
PAN Y (A CAMBIO DE) LIBERTAD
Que miles de latinoamericanos crean que Hugo Chávez encarna un buen proyecto político y económico para nuestro continente sólo muestra lo poco que han arraigado los valores democráticos en estas tierras. Sin embargo, quienes admiran a Chávez seguramente pensaran que poco importan los valores democráticos cuando el pueblo tiene hambre y está sin esperanza de satisfacer sus necesidades socioeconómicas fundamentales (educación, vivienda, salud, alimentación, etc.).
Lo cruda, además de persistente, que es la injusticia social en América Latina hace que para la mayoría primero este el pan y luego veremos que sucede con la libertad.
Sin embargo, la historia reciente nos dice que separar estas dos cosas (justicia social y libertad o democracia) siempre ha concluido de mala manera: sin excepción, todos los pueblos que se han embarcado en esta experiencia (construir justicia social coartando libertades)han terminado sin el pan que buscaban y sin libertad.
Chávez llama a su proyecto “socialismo siglo XXI”, y en esto tiene completa razón: su socialismo es la fiel reedición de todas las malas ideas que experimentó el socialismo en el siglo XX: el ejemplo máximo de desprecio por la libertad a nombre del pan. Para quienes solo han leído acerca del fiasco que fue esa experiencia tienen hoy en Venezuela la oportunidad de verlo con sus propios ojos, en vivo y en directo (por canal publico, además). Chávez está reviviendo letra por letra, error por error, todo lo que hizo del socialismo una mala experiencia: lo que no funcionaba, lo que era lo contrario de lo que la propaganda decía (la censura se llamaba libertad, la critica independiente contrarrevolución, el pensar distinto ser lacayo del imperialismo), todo esto esta volviendo a la vida hoy en Venezuela.
La estatización de la economía, el fanatismo ideológico, el manejo arbitrario y personalista de las instituciones, la estigmatización de las voces disidentes (“contrarrevolucionarios”, “fascistas”, “enemigos del pueblo”), todo lo que hizo inviable económicamente e insostenible políticamente al socialismo del siglo XX lo esta aplicando actualmente Venezuela.
Probablemente ese régimen tenga un porvenir asegurado y la revolución bolivariana se consolide (setenta años duro el socialismo soviético y sesenta lleva ya Cuba), pero nada bueno le espera a los venezolanos, como nada bueno experimentaron los checos, búlgaros o rumanos. Cuando se cansen de los desmanes del régimen, que seguramente se harán cada vez más frecuente, ya será tarde y futuras generaciones verán que el ídolo que sus padres levantaron albergaba un monstruo. Un monstruo que sus padres tenían que conocer e ignoraron: el estatismo socialista y su fanatismo ideológico. Lo ignoraron porque, paradójicamente, los revolucionarios bolivarianos ignoran la repetida frase de Bolívar: “los pueblos que ignoran la historia están condenados a repetirla”… ¡Caracas es hoy Moscú en los años de 1920!
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