martes, 31 de julio de 2007

MONCAYO EN LA PLAZA DE BOLIVAR

Nada bien le ha caído al gobierno el anuncio del profesor Moncayo de que a su llegada se instalara en la Plaza de Bolívar hasta tanto se concrete un acuerdo humanitario. La “República Independiente de la Libertad” la ha llamado el propio profesor Moncayo.

Claro esta que al gobierno no podía gustarle tal idea. El Ministro del Interior se ha apresurado a deslizar algunas descalificaciones disimuladas sobre el propósito del profesor: que es una acción de hecho que no entona con el carácter pacifico de su larga marcha, que se presta a su utilización política en época preelectoral, que ese no es el camino, etc., etc.

Sin embargo, lo que en verdad debe disgustarle al gobierno es que verá erigirse casi ante las puertas de Palacio un gran símbolo de la opción por un acuerdo humanitario. El profesor Moncayo instalado indefinidamente en ese punto, con cobertura de los medios día a día, se convertirá sin duda en un polo atractor de opinión ciudadana hacia esa vía que el gobierno tercamente insiste en negar. La “república independiente de la libertad” podría ser el aglutinante que poco a poco concite un apoyo ciudadano necesariamente incomodo para el Presidente y su opción de no ceder “ni un milímetro”.

El campamento de Moncayo en la Plaza de Bolívar podría también ejercer una función pedagógica al enseñarle mejor a millones de colombianos que quiere decir exactamente eso del “acuerdo humanitario”. Los colombianos promedio rechazan tajantemente a las FARC y su practica del secuestro, pero –como mostraron las marchas nacionales de hace unas semanas- no existe mucha claridad sobre que caminos existen para lograr la liberación de los secuestrados. La “república independiente” trazará mejor las diferencias entre, de un lado, sencillamente limitarse a exigir la libertad de los secuestrados y, de otro, promover activamente caminos concretos para que esa exigencia avance del deseo a la realidad.

Esto es precisamente lo que disgusta al gobierno. Un profesor Moncayo instalado en la Plaza de Bolívar evidenciara día a día que quedarse en exigir a las FARC la liberación de los secuestrados es una estrategia pasiva, irreal, sin fundamento. Las FARC –como sabemos los colombianos- no se sensibilizaran por eso, ni por diez mil marchas de 40 millones de personas. Hay que hacer algo. El plantón de Moncayo mostrará que la opción del gobierno equivale a, precisamente, no hacer nada, q basar el regreso de los secuestrados en que “se le mueva el corazón al «mono Jojoy»”.

El Ministro Holguín advierte que la iniciativa de Moncayo se puede politizar. Tal vez así suceda, pero no en el sentido (politiquero) que sugiere el Ministro. Tal vez –y eso es lo que preocupa al gobierno- la instalación del profesor en la Plaza de Bolívar convierta el acuerdo humanitario en una iniciativa política ciudadana, es decir, en un gran clamor ciudadano manifestando que hay que hacer algo, hay que diseñar estrategias, crear mecanismos, idear metodologías, que trabajen por la liberación de los secuestrados.

La gran enseñanza de este profesor y su larga marcha es que, desafortunadamente, los secuestrados no volverán si dejamos todo librado a la voluntad de las FARC, que si van a volver será por lo que hagamos quienes hoy estamos en libertad.

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